jueves, 21 de abril de 2011

El universo humano



Y si llegamos al espacio, seguro que lo dejamos como tenemos nuestras ciudades. Pa eso, mejor nos extinguimos.


(foto tomada en Mondejar, Guadalajara)

El universo humano



Y si llegamos al espacio, seguro que lo dejamos como tenemos nuestras ciudades. Pa eso, mejor nos extinguimos.


(foto tomada en Mondejar, Guadalajara)

miércoles, 13 de abril de 2011

Estoy llegando a Brea de Tajo, y a mi derecha veo un gran aparcamiento de coches. Hay unas 100 plazas y casi todas están llenas. Hago la foto:



Sale un chico a fumar un cigarrillo.

.- Hola -le pregunto- ¿trabajas aquí?
.- Sí -me dice-

.- ¿Que es esto -le pregunto- un reformatorio?
.- Bueno, es un centro de detención y reinserción de menores.
.- Ya -le digo- Es como un pequeño taleguillo ¿no?
.- ------
.- ¿Y tú qué haces aquí; eres funcionario, educador?
.- No, yo estoy frente a unos monitores, vigilando las cámaras.
.- Ya... -me explico- Es que mira, ando de viaje, y encontrarse esto, en medio de la estepa castellana... Sí que los tienen bien controlados aquí... ¿A donde van a ir?
.- Ya, sorprende, ¿eh? De todas maneras, a ver quién es el guapo que salta ese muro.
El muro es de cemento; o de hormigón, y mide unos 4 metros de altura. Recuerda al muro que los israelíes han construído en Palestina.


.- Yo lo saltaría -dije- yo me escaparía. Hummm, es liso también por dentro, claro (a veces digo tonterías) y me quedo pensando, estudiando cuáles son las partes débiles de la estructura.
.- De todas formas -me dice- están muy bien aquí. No les pegan ni nada. No es como hace un par de años, que en los centros de detención les pegaban. Están muy bien tratados...
.- ¿Y cuantos hay?
.- Ah, no sé, no tengo ni idea.
.- ¿No sabes cuántos hay? porque todos estos coches no son de los internos, ¿verdad?
.- No, no estos son de gente que trabaja aquí
.- No les molestará que haga fotos, ¿no?
.- No se, fuera supongo que no. Si quieres saber más cosas estate un rato junto a la puerta y cuando veas a un "V" le preguntas.
.- ¿Un "V"? ¿qué es eso? -He pensado, con un estremecimiento, en los "V" alienígenas que comían ratones-
.- ¿Un "V"? -dice extrañado- y de repente cae: ¡Ah! como hablamos entre nosotros.. Un "V" un vigilante, pero no uno así de polito como yo -el chico lleva un polo azul- uno que lleve uniforme azul.
.- No -le digo- creo que no voy a estar mucho rato por aquí. ¿De verdad que no sabes cuántos hay? Deben ser muchos, ¿no? porque tanta gente para cuidarlos...
.- Bueno -me dice- es que ahora hay dos turnos a la vez (deben ser las 14 h)
.- Ah, ¿quieres decir que coinciden los que salen y los que entran ahora mismo ahí dentro? ¿que normalmente hay la mitad de coches?
No contesta a mi pregunta, y entonces insisto:
.- ¿Pero cuántos crees que habrá? ¿doscientos? ¿quinientos? ¿mil? ¿dos mil?
.- No -dice- no tantos, unos doscientos...
.- Ya... ¡Y qué humor, ponerle el nombre de Teresa de Calcuta! ¿no? seguro que si lo supiera se revolvería en su tumba.


Hace un gesto de comprensión y sonríe por lo bajo. Lo entiende, de sobras lo entiende. Y es un chico joven, no tendrá mucho más de veinticinco años.
.- Pero ¿sabes? -me dice- Los tratan bien. Esto es casi como un campamento.
.- Ya...
.- Perdona pero es mi hora libre (el cigarro que le he visto encender mientras me acercaba a él está ya medio consumido) y quiero darme un paseo.
Hago un gesto de comprensión. Está tan claro que quiere sentirse fuera de estos muros opresivos...
Mientras me decía esto ha señalado un caminito que corre justo enfrente, entre los árboles.
.- No, perdona, si soy yo que...
.- No, no, está muy bien. Tú has preguntado y yo...
.- Vale, no te distraigo más. Adiós, ¿pero sabes una cosa? Si saliendo de aquí veo algún chaval haciendo autostop, te aseguro que lo cogeré y lo llevaré bien lejos de aquí.
El chico joven sonrie con comprensión, cruza la carretera y se interna por el caminito...




El Toboso, kilómetro cero.






Estuve en el Toboso hará unos 25 ó 30 años.

Las calles no estaban alquitranadas sino que eran secas de polvo entregris y las casas no eran blancas como ahora, sino marrones. El color tierra dominaba el espectro visible. La sequedad y el calor eran la nota dominante. Se veían algunos perros momificados, podencos altos y flaquísimos, pasear acobardados a la escasa sombra que daban algunas paredes orientadas al sur. Todo era lento ese verano, porque la misma luz debía llegar a nuestros ojos haciendo slalom sobre las ondas de aire que el calor que desprendía la tierra ponía ante nuestros ojos.
Fue nuestra anfitriona la misma mujer que hemos venido a felicitar por su centésimo cumpleaños, pero hablaré de ella en otro post.
Comimos queso con pan y bebimos vino, el sempiterno queso de la mancha, graso, denso y sabroso, y un vino que más que color teja tenía sabor a teja, de tan áspero que era. Sabor a teja castellana, a teja manchega calcinada al sol, que se cuartea y pierde rodales de sí misma protegiendo del calor las casas, los corrales y las parideras... De postre tomamos uvas pasas, que aquí en este pueblo dejaban secar en las mismas parras. No sé si seguirá la costumbre...

Ahora las calles están todas asfaltadas, las casas son blancas, encaladas, y tienen casi todas una franja azul marino que desde el suelo llega a unos 60 cmts de altura. Si cuando estuve aquí, hace treinta años, me parecía ser el único que tenía conciencia de estar en el pueblo en el que Cervantes situara a la amada de su protagonista, ahora es todo lo contrario. Las calles tienen todas nombres relacionados con El Quijote. Las plazas tienen esculturas que hacen pensar en El Quijote, los bares se llaman todos Rocinante, Dulcinea, Cervantes, Quijote etc. Hay una asociación Dulcinea Humanitaria, una venta del Quijote, el colegio se llama grupo escolar Cervantes, hay un museo cómico de ilustraciones de Dulcinea, en casi todas las esquinas de las calles hay, escritas con hierro forjado, frases del Quijote...

En fin, vivir aquí debe ser difícil si uno desea tener independencia de pensamiento. El Toboso, para ser un pueblo célebre, paga un alto precio. Ha perdido su independencia. Y con el pueblo también han perdido su independencia sus habitantes, a los que no es posible ya pensar de manera autónoma pensamientos genuínos. El ambiente es sin embargo agradable, pese a esta evidente servidumbre, y los toboseños son persona simpáticas y serviciales. En dos días he entrado en 5 bares, de los cuales dos eran llevados por mujeres rumanas. Las cervezas van siempre acompañadas de una tapa, que es, habitualmente, abundante.

El rasgo más curioso que he notado en este pueblo es -me parece- común a otros pueblos de La Mancha, aunque sólo hoy he sido consciente de él. El caso es que los hombres y las mujeres tienen un acento distinto. El de las mujeres más cantarín, y el de los hombres más rústico.




Los perros se lo han pasado rebién cazando conejos, y están reventados. Hoy marcho para otro lado.