viernes, 31 de agosto de 2012

martes, 26 de junio de 2012

jueves, 29 de marzo de 2012

La huelga

Hoy los coches circulan a un ritmo distinto, como si nadie tuviera prisa. La circulación es más armoniosa. El tráfico tiene un tono de calma y tranquilidad que no es habitual.

 Quizá sea esta una de las pocas enseñanzas que podemos sacar de la huelga: vivimos en un estado permanente de crispación; de tensión interior. Este estado no tiene una fuente o una causa concreta. Es simplemente un hábito común que realimentamos de unos a otros a lo largo de nuestros encuentros.

 Hoy en cambio la presión ha desaparecido para la mayoría de nosotros. No tenemos nada que ganar o que perder en esta huelga. Nada que dependa exclusivamente de nosotros.

 La crispación ya no se encarna en cada uno de nosotros y nos es posible en todos los ámbitos, en todas las actividades de nuestra vida, circular de repente sin prisa, sin presión.
 Ser conscientes por una vez de cómo el Sol nos calienta y lo penetra todo (penetra a través de los vidrios de nuestros coches, a través de los tejidos de nuestras camisas).

 Entregarse a la gozosa pereza de sentir, de dejarse penetrar por todos los poros, de bañarse en esta nube calmada y espumosa es, quizá, el máximo aprendizaje que podemos esperar en este día.
 Calma; tranquilidad; vivir el momento presente en vez del pasado, en vez de la aprensiva prefiguración del futuro, en vez de la tensión de luchar con el presente para influir ese futuro.
[Las revoluciones que más consiguen son las revoluciones tranquilas. La guerra y la crispación no conducen a cambios reales. Sólo desde la asunción tranquila del presente pueden desactivarse los mecanismos que nos esclavizan.]

 Quizá no se pueda ya desactivar el mecanismo que llevará a esta bullente humanidad al fracaso más estrepitoso; al estallido de destrucción y muerte; al caótico derrumbe que nos lanzará al abismo a todos nosotros y a nuestras plantas y animales, a todos aquellos que El Dios, si existe, o la Madre Naturaleza, que sí parece existir, puso en este pequeño bote de vela. Y si es así y ya es tarde; si ya no hay remedio y estamos indefectiblemente abocados a la muerte multitudinaria y violenta, al final catastrófico de nuestra civilización; de casi todos nosotros y de casi todos nuestros hermanos menores, ...no me extraña entonces que asustados cubramos nuestros ojos, que tapemos nuestros oídos, que interrumpamos el libre curso del logos para no sentirnos conscientes de aquello de lo que ¡ay! somos en el fondo tan claramente conscientes...

 Jornada de huelga....

 Es jornada de reflexión para aquellos que precisamente no hacen huelga. Jornada de percepción de una realidad otra, que parece otra, pero que en el fondo es la realidad sobre la que inscribimos nuestros constructos cotidianos.

 Percibir la esencia del mundo (en realidad sólo un nivel más profundo); desactivar del pensamiemto de cada día, de este día concreto, la urgencia de los gestos de supervivencia, es un privilegio concedido a algunos más que aquellos precisamente que siguen la huelga.


viernes, 23 de marzo de 2012

La razón

No es posible trenzar una mentira que engañe a todo el mundo, incluído uno mismo.

Quien lo consigue, se pierde.

miércoles, 4 de enero de 2012